La versión milenaria de Matrix
«Hace miles de años, Indra y todos los demás dioses, preocupados porque los asuras se estaban haciendo cada vez más fuertes, pidieron audiencia a Brahma para solicitarle su ayuda. Brahma, amablemente, les dijo que él no podía hacer nada al respecto, tampoco Vishnú, y menos aún Śiva, pero un hijo de Śiva sí podría ayudarles y vencer. Indra y los demás dioses quedaron estupefactos ante tal pronóstico. “¡Brahma, tú sabes que a Śiva no se le puede interrumpir en su meditación, nos mataría!” replicaron los dioses. Brahma los tranquilizó y les dijo que Parvati, la hija del dios Himalaya, podría conseguir tan increíble hazaña.
Habían trazado un plan que seguro funcionaría. Indra, Agni, Kama el dios de amor -y Primavera su compañera- condujeron a Parvati hasta la montaña donde Śiva se había retirado a meditar.
Kama y Primavera habían elaborado el más sutil y amoroso hechizo de cuantos conocían, para seducir a Śiva. Bajo el influjo de la diosa Primavera, el bosque floreció de repente; los arroyos estaban rebosantes de agua fresca y los pájaros cantaban alegremente a la vida que brotaba por todas partes. Kama se había internado en el corazón del bosque y escondido muy cerca de donde se hallaba Śiva meditando. El silencio y la quietud lo envolvían todo, entonces Kama lanzó sus dardos invisibles del deseo, consiguiendo que Śiva abriera los ojos y distraído llevara su atención hacia Parvati.
Aunque sólo fue un instante, Śiva advirtió lo sucedido, y se enfureció. Abrió su temible tercer ojo y de una sola encendida mirada prendió fuego a Kama quedando reducido a cenizas. Parvati, también enfurecida, corrió hasta desaparecer en lo más sombrío bosque. Nadie le había hablado de un engaño semejante y ella sabía muy bien que esa no era la forma de seducir a Śiva. La calamidad no era sólo personal. La aniquilación de Kama provocaría que el mundo se volviera amargo, frígido y que nunca más se regenerara. Ahora, la unión entre Śiva y Parvati nunca tendría lugar. Sin embargo, más tarde, a petición de los dioses, que temían que ya no hubiera más humanos que pudieran ofrecerles sus oblaciones, y por la propia intercesión de Parvati en favor de Rati, esposa de Kama, Śiva lo hizo resucitar, asegurando, de esta manera, la fecundidad y continuidad del mundo. Pero Śiva devolvió a Kama a la vida sólo como una imagen mental.»
(texto del libro «Tantra para Devis»)
En varias religiones hindúes aparecen diferentes significados para Maya. Aun así el significado parece centrarse en el concepto de “Ilusión”. Maya es la deidad principal que manifiesta, perpetúa y gobierna la “ilusión” y el sueño de la dualidad en el universo de los fenómenos. Para algunos místicos esta manifestación es real. Cada persona u objeto físico, desde la perspectiva de la eternidad, es como una breve y perturbada gota de agua en un océano sin límites. La meta de la autorrealización espiritual es entender esto, sentir intuitivamente la diferencia entre el yo y el universo como una falsa dicotomía.
El concepto de Maya, conocido por los antiguos videntes de la India, establece que el mundo material que percibimos, que nos parece tan sólido, tan ineludible, y con una existencia real, tan independiente y completamente separada de nosotros, no es sino el reflejo, la proyección cuántica en un universo de energía, de nuestro propio pensamiento, de nuestra percepción.
En Maya debía pensar René Descartes cuando, dudando de su propia existencia, pronunció su conocida frase .. “Cogito, ergo sum”.
Sin duda, la versión moderna de este mito hindú es Matrix. Hay quien afirma que esta película es una canalización de completo simbolismo Vedanta, dada al mundo para que comprenda en su lenguaje actual (de acción, tiros y violencia…). Todos los componentes de la visión de Maya y de su liberación están recogidos en la película.
No es casualidad tampoco que Neo, el protagonista, sea ingeniero informático. Al final logra decodificar Matrix, entiende su verdadera naturaleza y deja de ser esclavo de la “ilusión”.
Permitidme hacer un salto desde los mitos antiguos o modernos para ir a realidades tangibles y cotidianas.
La base de la ciencia informática es el código binario: el cero y el uno, abierto/cerrado. En la prehistoria de dicha ciencia se construían los programas con interminables filas de ceros y unos y era suficiente para el volumen de datos que se manejaban entonces. Una de las primeras aplicaciones prácticas de esta incipiente ciencia fue la máquina de Alan Touring para decodificar los mensajes en clave del ejército nazi, gracias a este primer algoritmo se logró penetrar a tiempo en las comunicaciones y salvar la vida a millones de personas acortando la duración de la Segunda Guerra Mundial. Esto no es ningún mito, es una muestra de que operando con algo tan abstracto como ceros y unos se puede cambiar el curso de algo tan poco abstracto como una guerra.
Como decía, las ristras de ceros y unos tratadas mecánicamente permitían acelerar procesos de cálculo que la mente humana no se podía permitir, pero una vez alcanzado un nuevo nivel de eficiencia, las necesidades evolucionan y crecen. Un mayor número de datos a procesar exige más esfuerzo, los ceros y unos comienzan a ser inmanejables para tanta información, la solución es empaquetarlos, compilarlos en grupos más manejables, así aparecen los lenguajes de alto nivel, sucesivos empaquetamientos de otros paquetes compilados.
La informática da el salto desde los laboratorios científicos a los hogares personales, en una primera etapa estas máquinas interactúan con los usuarios en modo texto, funcionan con comandos, los usuarios deben aprender una nueva sintaxis para poder usar estas máquinas. Las necesidades siguen creciendo conforme los computadores personales van extendiéndose.
La necesidad de manejar más funciones, más datos y de manera más fácil para los usuarios empuja a crear los entornos visuales, Apple es la primera firma en crear una máquina que usa lo que se denominó la metáfora del escritorio: unos símbolos reconocibles en la vida cotidiana de las personas sobre los que un simple clic de ratón dispara a trillones de ceros y unos en una frenética carrera que se convierte en un documento impreso, en una fotografía, un sonido o mil cosas más.
La metáfora del escritorio, los iconos manejables con el mouse, es lo que los informáticos denominamos una interface, un puente entre el lenguaje de las neuronas humanas y el idioma de los chips de silicio.
El Universo es código binario, pero éste es inmanejable, nuestra mente necesita una metáfora lógica para poder operar, necesita una interface para manejar la realidad compleja.
Siguiendo con mi ejemplo, las primeras comunidades humanas se manejaban en modo texto, pero fue con un cambio sustancial de interface que esas comunidades fueron ganando en complejidad y dimensión, haciéndose más fuertes y eficaces. A mi modo de ver esa “nueva interface” son los sistemas de creencias, como las religiones. Los sistemas de creencias permiten aproximarse a la lógica de Maya, permite interactuar en ella sin necesidad de conocer su esencia, sin conocer los ceros y unos que la forman. Estas interfaces han posibilitado la emergencia de civilizaciones enteras. También han permitido que unos pocos adulteraran esas interfaces para favorecer sus intereses de poder, erigiéndose como interpretes de códigos sagrados incuestionables.
Hoy en día existen infinidad de versiones de las interfaces originales o de cruces de ellas, las redes sociales digitales constituyen un ejemplo.
Matrix se ha hecho brutalmente más compleja, la fantasía llega a un nivel de perfección que pocos la cuestionan y en privado.
El futuro que nos espera lo estamos fraguando hoy en nuestras mentes y lo estamos construyendo manejando esas interfaces/sistemas de creencias. Nuestro futuro depende de la calidad de las interfaces que manejamos, depende de que tomemos conciencia de que mayormente operamos con interfaces adulterados por el poder y programados para hacernos esclavos.